Los riesgos cibernéticos y las organizaciones criminales se han convertido en una de las principales amenazas no solo para instituciones financieras, sino para cualquier empresa que tenga algún tipo de activo, ya se recursos financieros puros, datos propiedad de la empresa o datos de terceros (clientes o proveedores).
De igual forma, el entorno legal y la estandarización de reglas financieras y contables han obligados a todas las empresas a maximizar sus coberturas de riesgos en caso de incumplimiento de sus accionistas, directivos o empleados por actos deshonestos de terceros o de sus mismos funcionarios.